Vemos la Consultoría como un proceso integrado de análisis y diagnóstico de problemas, recomendación de soluciones e implantación de las mismas hasta conseguir cambios en el cliente.
Creemos firmemente que como Consultores debemos cumplir con los siguientes principios:
Competencia. El profesional tiene competencia para servir a sus clientes, basándose en su preparación especializada y en el hecho de que tenga un gran caudal de conocimientos en su campo.
Confianza y seguridad. Los clientes confían en los profesionales. Se trata de una confianza basada en el buen carácter y el apego a las normas éticas y morales más elevadas. Esta seguridad le permite al cliente depositar en él la confianza necesaria para revelarle todas las cuestiones que tienen influencia sobre los asuntos objeto del estudio. El cliente puede tener también confianza en la competencia y el buen juicio de los profesionales. El hombre de empresa, en este campo, puede obtener también seguridad y confianza; pero se verá obstaculizado por su falta de posición independiente. Además, la tradición de las profesiones sirve para que se tenga seguridad y confianza en los profesionales.
Los intereses de los clientes son primordiales. Los profesionales hacen pesar siempre los intereses de los clientes por encima de los suyos propios. Los hombres de empresa de ese mismo campo pueden poner también en primer lugar los intereses de sus clientes; sin embargo, nuevamente, pueden verse obstaculizados por la falta de una posición independiente y no estarán respaldados por la buena imagen o la tradición de los profesionales.
Posición independiente. Para que el profesional pueda hacer pasar los intereses del cliente por encima de los suyos propios y pensar objetivamente, deberá encontrarse en una posición independiente. Puede o no lograr ser objetivo en su forma de pensar; pero, cuando menos, deberá estar en condiciones de no obstaculizar por medio de prejuicios su pensamiento objetivo –ni siquiera deberá dar la impresión de que sea así.
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